(Extraído del blog del Colectivo Viceversa: http://colectivoviceversa.blogspot.com/)
Bueno que bueno…
Pensando en la convocatoria de las II JEC, a un mes nomás ya, surgió la idea de aclarar desde el vamos… ¿cómo invitar a unas Jornadas de Economía Crítica, si no se identifica qué abarca tal cosa?
Y esto ha sido fruto de discusión en las anteriores convocatorias, no es para menos, como si tal cosa pudiese cerrarse en una respuesta impertérrita. La astucia de la ortodoxia también consiste en mutar para dificultar su identificación. ¿Y de este lado? Ojo, che, como si fuera así de binario, se es neoclásico o se es lo otro… mmm… ni tanto ni tan poco. Las escuelas de la heterodoxia son variadas y sus ejes de problematización pueden recorrerse como distintos caminos a pensar.
Y se vino Pablo Miguez para acá, a Bahía, a la UNS, con mucha predisposición y muchas señas de fraternidad. Armamos con la gente del CEE una charla, a la que asistimos más de 40 estudiantes y graduad*s.
Un principio que fue clave: entender la crítica como el estudio de los límites. La economía crítica como el análisis y evaluación de los límites de la economía, límites que son históricos, que son políticos, que son epistemológicos, que son.
Buscar y pensar los límites de lo que se entiende por economía, para poder pensar y buscar herramientas. Herramientas que nos ayuden a dar señales en la disciplina para abrir espacios, dar aire en la asfixia de los repetitivos ideologemas neoliberales en sus distintas variantes. Herramientas que no sean la misma herramienta aplicada a toda situación, como mal se pretende configurar nuestra formación, esa disciplina que nos hace acatar ritos a modo de supuestos, y aceptar programas de trabajo que nada nos prometen, sino más de lo mismo.
Pero también es buscar correr esos límites, desdibujar las fronteras que nos encierran en un discurso que se autojustifica sin más. Pensar el espacio para atravesar esa distancia, y precisar herramientas para cambiar una realidad injusta.
Y la búsqueda de esas nuevas herramientas, es una tarea en permanente construcción. Hay muchos caminos recorridos (nunca hasta el final, que quizás no sea tan importante como el caminar mismo), y sobre eso nos ilustró Pablo, contándonos de diversas escuelas de pensamiento que configuraron heterodoxias en el siglo XX. Discusiones, ideas centrales, y algunos nombres, que (¿llamativamente?) no habíamos escuchado nunca… ¿por qué será esto? Pero ningún camino está cerrado, y eso es importante: como construcciones, son un problema colectivo, no una genialidad aislada. Y ahí hay otro principio motriz: tod*s tenemos con qué para crearnos espacio fuera de la asfixia que adormece. Con rigurosidad y creatividad, es posible tomar estos caminos y caminarlos a nuestra manera.
Y por el interés que esto a tod*s l*s presentes nos generó, apostamos a continuar construyendo –con humildad- nuevos caminos de heterodoxia, que nos permitan cambiar aquello que hoy nos cierra el horizonte.
¡Nos vemos en las IIJEC!
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