Respecto del estado actual de los Planes de Estudio de las Lic. en Economía de las Universidades Nacionales de todo el país, recomendamos este otro post de este mismo blog y el documento que ahí puede bajarse.
Jorgelina Hiba / La Capital
Con cada vez menos certezas teóricas a la vista, un pequeño grupo de docentes e investigadores formados en la universidad pública local debatieron sobre la confección de la currícula de la carrera de grado de los economistas en uno de los módulos de las jornadas organizadas en mayo pasado por el Instituto de Economía del Colegio de Graduados del Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Con contrapuntos interesantes entre los defensores de las doctrinas neoclásicas y los adherentes a lecturas más heterodoxas, la mesa buscó echar luz sobre la historia de la carrera, los objetivos académicos planteados desde las diferentes instituciones de enseñanza y la dirección a seguir para no perderle el ritmo a un mundo definitivamente en crisis.
Un debate de fondo
La licenciatura en Economía apareció como opción en la UNR durante la década del 60, en un principio más como una desviación de la formación de los contadores que como una carrera autónoma. Una mancha de nacimiento que todavía hoy predomina en la currícula de la universidad pública, tal como lo explicó Lidia Romero, de esa facultad. Esa característica, muy propia a la educación que los economistas reciben en la Argentina, tiene, según argumentó Sergio Arelovich, implicancias sobre el enfoque a futuro de los profesionales de las ciencias económicas.
Para el docente rosarino las licenciaturas en economía en la Argentina son un caso particular, ya que en todas las universidades públicas nacieron como subproductos de la formación para contador. “Ese rasgo provee a esta carrera de un doble sesgo: por un lado, nació alejada del interés por los procesos sociales, por su perfil más técnico. Y por el otro, despoja a la economía de su esencia, que es lo social”, apuntó.
Ortodoxia y mirada crítica
A partir de allí, uno de los puntos centrales del análisis fue el contenido teórico que los centros de enseñanza deciden ofrecer a sus alumnos. Según Diego Marcos, formado en la UNR y actualmente director de la licenciatura en Economía de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel), el contenido académico básico que todo alumno de economía debe transitar debe incluir “lo normal”, aunque admitió que la economía es una ciencia que se reinventa todo el tiempo que necesita de manera obligada mirar lo que pasa más allá de las fronteras locales.
Por un camino parecido transcurrió el argumento de Lidia Romero, quien resaltó que el objeto de la profesión de los economistas es poder aprehender las problemáticas económicas y buscar soluciones siempre dentro de un encuadre de ciencias sociales en las que el principal involucrado es el ser humano.
“Nuestros graduados deben finalizar sus estudios con sólidos conocimientos de los enfoques teóricos predominantes, para luego poder especializarse”, dijo la docente.
En la vereda de enfrente de las líneas de pensamiento que adhieren a las concepciones neoclásicas de entender y analizar la economía, Arelovich —profesor de Economía Política de la UNR— insistió sobre la necesidad de pluralizar los contenidos, algo que entiende está en los fundamentos mismos de una institución como la Universidad, sobre todo en carreras de ciencias sociales. “Los programas deben ser más plurales desde lo conceptual. Hoy todo lo que se estudia es neoclásico, que es la corriente predominante, aunque la realidad económica insiste en demostrarnos casi a diario que hay que abandonar las certezas y ensayar una mirada mucho más crítica. Es necesario revisar el legado neoclásico pero no para reemplazarlo por otra ortodoxia, si no para ampliar la mirada”, puntualizó.
Entre lo global y lo local
Para Diego Marcos, la manera de encarar la enseñanza de la economía debe preocuparse por encontrar un equilibrio entre algunos conceptos básicos bien claros, y una apertura al mundo que hoy aparece como condición indeclinable para integrarse al planeta global: “Hay que despertar la curiosidad, resaltar el valor agregado de la diversidad. Se terminó la universidad que se mira al ombligo”, afirmó Marcos, para quien ya no hay lugar para los diseños cerrados, y en cambio lo obligatorio es que ese diseño “contenga y tenga en cuenta la cultura de la que viene cada persona”.
“Trabajamos un concepto aperturista pero que funciona siempre a partir de una lógica local”, lo que para el académico significa que si bien el plan de estudios debe incluir las últimas tendencias, siempre tiene que quedar en claro el origen.
Según Arelovich, una de las claves para pensar qué contenidos deben incluir las currículas pasa por un proceso de revertir el criterio dominante de construcción del conocimiento. Amparado en una de las más famosas frases del pedagogo brasileño Paulo Freire, el docente parafraseó: “Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho”, una idea que ilustró con el ejemplo de la instauración de la idea de que existe una tasa natural de desempleo emanada casi de un “orden natural” y poco o nada cuestionada desde los ámbitos de la intelectualidad universitaria.
Dos tendencias
Otra de las tensiones que marcaron el pulso del debate fue el perfil de conocimientos que los graduados deben —o no— adquirir a lo largo de sus años de estudio. Según la opinión de Marcos, en la actualidad existe una hiperespecialización en el mercado laboral, lo que va contra una formación según su visión demasiado generalista: “Ya sea por el lado de los que eligen la investigación, o bien por el lado de los técnicos o analistas, queda claro que los alumnos tendrán que seguir estudiando y especializándose”.
Para Romero, el campo de acción está delimitado también por quienes se inclinan por los peritajes y los análisis, pero siempre acompañados de una profundización posterior. “Nuestro plan está estructurado en tres ciclos: un introductorio común, un básico en el que se profundizan los conocimientos de las teorías económicas predominantes, y la especialización”.
De esta última dependerá en buena parte los campos laborales elegidos, que según Romero van desde la academia pura y dura —, la administración pública y el sector privado, con predominancia en el comercio de cereales, la industria y las siderometalúrgicas.
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