viernes, 18 de noviembre de 2011

Pluralidad en la enseñanza de Economía

El debate en los medios sobre los Planes de Estudio de Economía en todo el país continuó en las semanas recientes con la siguiente serie de notas:
- "Para qué formar economistas", Diario Cruz del Sur, por Sergio Arelovich (de la Red de Estudios de Economía Politica, de Rosario).
- "La estupefacción de los nerds", nota en el blog de Lucas Llach.
- "La enseñanza de la Economía", Página 12, por Hugo Andrade.
- "Planes de Estudio", Página 12, por Diego Rubinzal, en el cual se cita un trabajo de Cecilia Rikap y Agustín Arakaki (de la Escuela de Economía Política de Buenos Aires). 


Para qué formar economistas
Maneras de entender la enseñanza de Economía en las universidades: los autores neoclásicos abundan en los planes de estudio. Cómo dejar de lado el pensamiento único en los claustros.
Kalecki, Marx y Keynes.
Aumentar tamaño del texto Reducir tamaño del texto Tamaño del texto normal
Sergio Arelovich | Edición impresa

Los dichos del ministro Amado Boudou sobre la vuelta de Marx y Keynes a la enseñanza universitaria, las interpretaciones hechas por la prensa y el tenor alcanzado por las discusiones en una parte de la población docente y estudiantil en el seno de las universidades nacionales, son síntoma de que algo se mueve. El cuestionamiento más sostenido –en relación con el contenido de la currícula– lo dieron las Jornadas de Economía Crítica, cuya última edición se desarrolló en Córdoba el pasado mes de agosto.

Los planes de estudio de las carreras de la licenciatura en economía que forman parte de la oferta curricular de grado en el conjunto de las universidades argentinas –con muy contadas excepciones– responden a un patrón común: están construidos sobre una médula dorsal que es el pensamiento neoclásico. Se trata de la corriente principal, de la dominante, del pensamiento único que saltó de la esfera académica a la administración de gobierno, en los ensayos iniciales practicados en Chile desde 1973, a los que se sumaron las ondas neoconservadoras de Reagan y Thatcher a fines de los setenta y principios de los ochenta, experimentos que padecimos en nuestro territorio con diferente intensidad tanto en años de dictadura como de democracia.

Los lejanos recuerdos de los planes de estudio de mediados de los años setenta en nuestro país dan cuenta de miradas sensiblemente más abarcativas que las actuales. En ese entonces estudiábamos a Marx, a Kalecki, a Keynes, pero también a Schumpetter, al pensamiento económico latinoamericano y dentro de éste a los dependentistas, estructuralistas y cepalianos, a Quesnay, Smith, Ricardo y la escuela clásica, a Joan Robinson y la escuela de Cambridge, entre otros. La dictadura barrió con todo y la democracia sobreviniente nada modificó. Los planes de estudio se convirtieron en un recorrido de manuales dados por docentes que también se fueron formando en base a ellos. La economía política fue desapareciendo del vocabulario y en su lugar pasó al estrellato la economía a secas, un área disciplinar carente de personas, de aparente contenido técnico pero ocultando la trama relacional que existe detrás de lo económico. Economía a secas, que además fue presentada desprovista de historia, con pretensión de homogeneidad en un mundo diverso y equiparada a una ciencia exacta, simplificada ad infinitum en la relación de un par de variables más o menos significativas, explicables en funciones de producción alejadas de las prácticas del sistema realmente existente.

Repensar la enseñanza de la economía en las universidades implica por un lado balancear lo que se desea y necesita, por otro evitar caer en nuevos pensamientos únicos. La universidad es precisamente un espacio para contrastar, comparar, construir sobre las diferencias, elevar, reformular, en fin recrear a partir de lo existente. Sabiendo además que todo conocimiento es provisorio, que aquello que entendemos por “la realidad” se mueve todo el tiempo y que por tanto sus interpretaciones e intentos de transformación también deben ser dinámicos. Las obras de Marx o de Keynes no deben ni pueden ocupar el sitial bíblico o del Corán, no sirven para explicar el pasado, el presente y el futuro, pero sirven para muchas otras cosas de las cuales los “manuales” neoclásicos ni siquiera poseen en sus supuestos básicos.

Hay pequeños oasis. La Universidad Nacional de General Sarmiento posee desde hace varios años una carrera de economía política. En varias universidades nacionales hay cátedras que a contracorriente rompen el pensamiento único. El ministro Ángel Sciara es uno de esos gladiadores que se atreve a dar Kalecki para los futuros licenciados en economía en Rosario. Como curiosiosidad puede decirse que las rupturas más significativas lo han sido en otras carreras del área de sociales o exactas, en las cuales hay una o más materias referidas a lo económico, en general con enfoques heterodoxos.

Pero los cambios no son nada sencillos. Elaborando las mejores propuestas curriculares que superen el monocromático contenido de las actuales, tampoco se resuelve el problema. No hay docentes preparados para esa cruzada o los hay en número insuficiente, incluso los hay con perfiles defensivos, abroquelados en sus saberes clásicos, fruto del avasallador paso del neoclasicismo.

Además de contenidos y planteles docentes, se requiere de un elemento adicional. El que responde a la pregunta para qué formar economistas. Hoy se trata de profesionales con perfiles parcialmente adecuados a trabajos ofrecidos exclusivamente en esferas privadas. Constituye toda una rareza encontrar un egresado joven que sepa interpretar la ley de leyes: un presupuesto nacional, provincial o municipal. Más aún si lo que se pretende es encontrar un profesional dedicado al tercer sector, economía social, economía solidaria.

La pelota comenzó a rodar y es inimaginable la reversión del actual estado de cosas sin el involucramiento de los docentes, que deberán desandar parte de sus certezas y comodidades, pero también de los estudiantes cuya mirada crítica, cuestionadora, de indagación es hoy más necesaria que nunca.







La estupefacción de los nerds

Me voy a tomar el trabajo de traducir un par de párrafos que describen, a su modo, los problemas que hay en la enseñanza de la economía. No, no estoy de acuerdo con las tonterías que dice Boudou, el hombre que a sus 43 años usaba para las clases que dictaba el CEMA manuales ortodoxos, pero que a los 47 parece haber cambiado de opinión. Pero también me parece que la economía neoclásica que se enseña en algunos departamentos, si es lo único que se enseña, convierte a la macro en una disciplina aburrida y poco relevante. Van los párrafos:
A un estudiante de posgrado en una típica universidad americana o europea que aprenda macroeconomía le enseñarán que la macro puede ser descripta como un conjunto de consumidores y empresas representativas que de manera continua optimizan planes a lo largo de varios períodos; y que para hacerlo utilizan toda la información disponible, incluso la que está implícita en el model matemático en cuestión. Estos consumidores y empresas no sólo entienden perfectamente las complejidades de cómo funciona la economía; también conocen las distribuciones estadísticas de todos los impactos que pueden golpear a la economía. Por lo tanto, pueden hacer predicciones probabilísticas científicamente fundadas acerca de los futuros impactos. En este mundo de deidades no hay incertidumbre, sólo hay riesgo. No puede haber fallas de coordinación porque el “agente representativo” internaliza todas las externalidades posibles. Las bancarrotas de empresas y personas son imposibles. Las burbujas o los pánicos no ocurrirán jamás porque agentes racionales que utilizan toda la información disponible jamás dejarán que eso ocurra. El desempleo prolongado tampoco es posible excepto cuando los consumidores deciden tomar ratos más largos de ocio.
Habiendo aprendido a manejar los secretos de los Modelos Dinámicos de Equilibrio Estocástico (DSGE en inglés), nuestro brillante Ph.D. recién recibidos iniciará su carrera académica enseñando este mismo modelo a la siguiente generación de estudiantes de doctorado.
En el proceso de aprender las habilidades supremas de resolver los modelos DSGE, nuestro graduado del Ph.D. no habrá aprendido lo que es el multiplicador de la inversión, ni tendrá la menor idea de lo que significa la paradoja del ahorro. Habrá aprendido, en cambio, que por la ley de equivalencia ricardiana los déficits públicos no afectan el nivel de producto.
Y entonces llegó la crisis financiera.  ¿Le sorprenderá a los observadores neutrales que nuestro graduado del Ph.D. quede mudo y sólo sea capaz de sugerir que algún impacto no previsto debe haberle pegado a la economía?
Ese mismo observador debería considerar natural, también, que los hacedores de política económica no pidieran el consejo de este reciente Ph.D. capaz de manejar complejos modelos de DSGE. En cambio, quienes llevan adelante la política económica fueron directamente a las cosas que se enseñaban en los libros de macroeconomía hace 40 años, antes de que la escuela del Ciclo Económico Real y la revolución de las Expectativas Racionales capturaran a la profesión del macroeconomista. Aplicaron los principios keynesianos que se encuentran en esos libros de texto, aumentando masivamente los déficits fiscales e inundando los mercados monetarios con billones de dólares de liquidez. Cuarenta años de intrincado modelismo usando los paradigmas de Expectativas Racionales y Ciclo Económico Real se tornaron inútiles, incluso aquellos que tenían algunos matices neokeynesianos con rigideces de precios o salarios. Estos modelos no podían responder la pregunta de qué tenían que hacer las autoridades cuando la crisis golpeara. La razón fundamental por la que estos modelos no podían decir nada útil era que sugerían que las crisis del tipo que comenzó en 2007 no podían ocurrir. Por defecto, los hacedores de política económica recurrieron a Keynes para responder esta pregunta.
¿Exagerado? Creo que un poco sí. Me parece que de algo sirve pensar cómo funciona una economía como en los modelos macroeconómicos neoclásicos más extremos, aunque más no sea para detectar con mayor claridad dónde es que el mundo real se aparta de esos modelos. Pero es cierto que, tomados de modo más o menos literal, son una guía bastante pobre para entender la realidad, especialmente en tiempos como éstos.








DEBATE › FORMACION ACADEMICA DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS

La enseñanza de la Economía

Mientras desde la política se cuestiona a la ortodoxia del pensamiento económico, en los ámbitos académicos persisten aún los viejos paradigmas. Nuevos planes de estudios en las universidades.
 Por Hugo O. Andrade *
Desde diversos ámbitos se ha planteado la necesidad de revisar la formación de los economistas, particularmente, en el marco de la actual crisis financiera internacional que hoy atraviesa el mundo y que ratifica día a día las dificultades que enfrenta el pensamiento económico hegemónico para abordar esta realidad y encontrar soluciones concretas para superarla.
A nivel nacional, como resultado de varias decisiones de política económica adoptadas desde el 2003, nos encontramos en el período de más alto y prolongado crecimiento de la economía argentina, que perfila un nuevo sendero de progreso y desarrollo económico, caracterizado por la reindustrialización con creciente inclusión social en simultáneo con el sostenimiento de los equilibrios macroeconómicos fundamentales. En cierto modo, en la Argentina, el actual momento es una interpelación a las décadas de frustración económica y social que se ha padecido, producto de la recurrente aplicación de recetas neoliberales que sistemáticamente condujeron a la economía hacia el endeudamiento, la desindustrialización, el desempleo y la pobreza.
Sin embargo, mientras desde los ámbitos de decisión política o institucional se ha cuestionado profundamente a la ortodoxia del pensamiento económico, en los ámbitos académicos persisten aún los viejos paradigmas, no sólo en la formación de los economistas, sino también en la generación de nuevos conocimientos que no pretenden interpelar ni interpretar la realidad, sino que más bien, alejados de la esencia política y social de los problemas económicos, apuntan a fundamentar planteos normativos o de decisión bajo supuestos de dudosa pertinencia.
En este contexto, una nueva generación de universidades nacionales, llamadas a cumplir un papel fundamental en el desarrollo de las comunidades donde se insertan, procuran comprometerse con la construcción de una Argentina industrial, moderna e inclusiva. En particular, en la Universidad Nacional de Moreno se ha puesto en marcha una nueva carrera de Licenciatura en Economía con una propuesta de plan de estudios y diseño curricular que procura reconocer la diversidad de enfoques teóricos en la disciplina. Incorpora corrientes heterodoxas y alternativas al pensamiento del mainstream, promoviendo de esta forma una aproximación a la realidad económica y social más apropiada para enfrentar los desafíos del presente.
Si bien, la economía política ha sufrido importantes transformaciones desde su surgimiento como disciplina y aunque el pensamiento dominante no ha sido en ningún tiempo el único existente, éste ha podido imponerse como el eje ordenador de la enseñanza de la disciplina en casi todas las universidades del mundo. Durante el siglo XX los problemas económicos dejaron de estar vinculados con la generación, acumulación y distribución del producto entre clases sociales, para orientarse hacia la conceptualización del agente económico y la toma de decisiones individuales, en función de la preferencia y objetivos de maximización, tal como lo expresan las diversas corrientes vinculadas al pensamiento neoclásico.
No obstante, en plena hegemonía de la ortodoxia neoclásica han surgido y resurgido diversas corrientes del pensamiento, que implican una recuperación de las tradiciones de la economía política clásica cuya diversidad debe formar parte sustantiva de la enseñanza, como las teorías keynesiana, kaleckiana, poskeynesiana, estructuralista o institucionalista, regulacionista, entre muchas otras.
La Universidad Nacional de Moreno considera necesario que la formación en la disciplina se constituya a partir del reconocimiento, exposición y profundo debate de todo el cuerpo doctrinal de la economía política y no únicamente un resumen de determinadas obras fundamentales que moldean el pensamiento ortodoxo. De manera consistente, esta propuesta incorpora la enseñanza de los aspectos y problemas básicos de las economías de menor desarrollo relativo (mercado de trabajo, estrategias del desarrollo, inflación, restricción externa e intercambio desigual), desde la perspectiva de los principales paradigmas en oposición, pero de un modo propositivo, con ánimo pluralista y objetivo, en procura de una formación con una visión integral de la disciplina y de los desafíos de la economía de nuestro tiempo. Por lo tanto, el proyecto epistemológico contiene una nueva mirada de la didáctica de la economía, acorde con las necesidades del medio en que se inserta la UNM y sus futuros profesionales.
Este desafío constituye el eje central de su orientación pedagógica, en la que se prioriza no sólo la comprensión de la dinámica del capital en el largo plazo, por ejemplo, sino también, y centralmente, el abordaje a la problemática del trabajo y los trabajadores, los actores de la economía social, las ONG y demás entidades sin fines de lucro que operan en la economía local y regional en forma concomitante con la economía de mercado.
La propuesta supone una ruptura epistemológica con la tradición de la enseñanza que más bien ha contribuido a la configuración de una cosmovisión de la ciencia económica como una ciencia neutral, ahistórica y universal, cuyas leyes de comportamiento pueden parangonarse con la ley de gravedad, dando lugar a recomendaciones de política económica que han resultado incapaces para promover el desarrollo económico y social de nuestro país
* Rector organizador de la Universidad Nacional de Moreno.
El plan de estudios de la Licenciatura en Economía de la Universidad puede consultarse en www.unm.edu.ar







LA FORMACION ACADEMICA DE LOS ECONOMISTAS

Planes de estudio

 Por Diego Rubinzal
La formación académica de los economistas debiera ser un tema de debate. La mayoría de las carreras de Economía tienen un inadecuado diseño curricular. La adopción de los fundamentos neoclásicos como “verdad universal” provoca, como mínimo, un empobrecimiento de la disciplina. En ese sentido, los planes de estudio priorizan un enfoque meramente técnico y supuestamente neutral. Las controversias que atraviesan al pensamiento económico y/o el abordaje de los problemas del subdesarrollo, ocupan un lugar marginal en la formación de los futuros profesionales. La ausencia de una contextualización histórica del conocimiento, la marginación del pensamiento heterodoxo, el endiosamiento del herramental matemático y la utilización abusiva de los manuales procedentes de los países centrales, no hacen más que reforzar un modelo de enseñanza defectuosa y sesgada.
La propuesta académica de la Licenciatura de Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) no escapa a las generales de la ley.
La última modificación de los planes de estudio, que data de mediados de los ‘90, reforzó un aprendizaje basado en el uso intensivo de las herramientas matemático/estadísticas y en la fragmentación del objeto de estudio (macro vs. microeconomía). En otras palabras, la reforma consolidó la orientación neoclásica. En el documento colectivo Hay que reformar el plan de estudios de Economía, estudiosos de la carrera coinciden en señalar que “la eliminación de la economía crítica de los programas fue llevada a cabo por la dictadura militar de 1976, aunque también hay que decir que la intervención de la UBA en 1975 ya había hecho lo suyo”. A partir de entonces, el aprendizaje de modelos matemáticos abstractos se transformó en el eje de la enseñanza.
Por su parte, los enfoques divergentes con el mainstream neoclásico fueron relegados a espacios marginales. Esa tendencia general se matizó con la incorporación de algunos cursos “críticos”. Las autoridades académicas sostienen que ese diseño curricular permite optar a los estudiantes entre una formación heterodoxa o neoclásica, en función a los cursos elegidos. Los profesores Cecilia Rikap y Gervasio Arakaki refutan ese argumento. En su trabajo La Licenciatura en Economía (FCE-UBA): reflexiones respecto a su pasado y su presente, aportes para su futuro, afirman que “para que exista realmente una ‘carrera heterodoxa’ es necesario que los docentes de estos cursos se pongan de acuerdo sobre los contenidos que deben dictar, con lo cual prácticamente se tendría que armar toda una carrera. A su vez debería segmentarse en dos la carrera actual. Si esto no ocurriera, los estudiantes que comiencen una orientación (crítica u ortodoxa) y que luego opten por la otra, deberían estudiar todos los contenidos previos solos o, tal como sucede en la actualidad en los cursos críticos, el docente tendría que repetir cuestiones básicas de las escuelas, en forma acelerada, a los fines de poder avanzar con los contenidos propios de la asignatura”.
Este año, un conjunto de docentes y estudiantes elaboró un documento, afirmando que “diversas y numerosas limitaciones afectan a la “excelencia académica” de nuestra licenciatura, en particular en cuanto a la formación en el estudiante de un espíritu crítico, y de la capacidad de razonar desde distintas alternativas frente a los problemas económicos (sean teóricos o aplicados)”.
Las características esenciales de ese diseño curricular se replican en la mayoría de las carreras de Economía de las universidades argentinas. El fracaso del paradigma neoclásico como teoría explicativa de la realidad no ha menguado su preeminencia en los claustros. La modificación de esa matriz neoclásica sigue siendo una tarea pendiente. Como sostiene un colectivo de docentes, estudiantes y graduados de las carreras de Economía de diferentes universidades públicas nacionales, “existe una demanda social de economistas que no responden a la ortodoxia actual (que se presupone ahistórica y verdadera, pero que es incapaz de explicar los problemas económicos, y mucho menos de brindar herramientas para abordarlos), y que además pueden devolverle a la Economía su carácter real de ciencia social al servicio de los trabajadores, de los sectores desfavorecidos y, de esta manera, a la sociedad entera”.

No hay comentarios: