Transcribimos a continuación la entrevista realizada por el periodista Darío Gannio para el diario Tiempo Argentino.
Cuando el sistema no funciona la clase dominante carece de ideas
Publicado el 6 de Noviembre de 2010Asegura que el pensamiento neoclásico es un retroceso para el conocimiento científico y aclara que “como ideólogos, sí han sido exitosos, porque no están solos, el régimen los apoya”.
En el marco de las Jornadas de Economía Crítica (JEC) que se desarrollaron en Rosario, el economista marxista mexicano Alejandro Valle Baeza, profesor hace más de tres décadas de la UNAM y fundador de la Sociedad de Economía Política de Latinoamérica, habló con Tiempo Argentino acerca de los problemas de la izquierda, la incapacidad de la ortodoxia de solucionar sus propias crisis, el nuevo avance del pensamiento crítico en América Latina y el mundo y la renovada pujanza intelectual de la juventud como base para el avance de la heterodoxia luego del fracaso neoliberal.
−¿Cómo se ha desarrollado el progreso del pensamiento crítico?
−En las últimas décadas del siglo XX ha habido un retroceso del pensamiento heterodoxo. En los ’60 y los ’70 había más pensadores críticos importantes, tanto keynesianos como marxistas, y no sólo en economía. Hoy sigue habiendo, aunque no tantos porque del otro lado hicieron lo posible por exterminar este pensamiento. Lo sorprendente es que, luego de vastos procesos en contra, a veces muy violentos, ha reaparecido en todo el mundo. En la Argentina, que sufrió una represión enorme, resurgió de una manera formidable. Empecé a venir al país en 1997 con la Escuela de Economía Política (ESEP) de Buenos Aires y desde entonces veo mucha gente de gran nivel trabajando y produciendo, con pensamiento crítico propio. Hay una cantidad de jóvenes impresionante.
−¿Cómo surge este espacio de formación heterodoxa?
−Las Jornadas de Economía Crítica nos sorprendieron. Muchos de los que exponen son estudiantes o profesores recién ingresados a la universidad. A su edad, no hablábamos ni escribíamos así. Hace ocho años discutí con alguien en México y sostuve que no valía la pena hacer un encuentro entre alumnos y profesores mezclados. Cambiaría mi opinión ahora si me garantizan que sería de este nivel. En una época oscura y vacilante, porque no sabemos para dónde va a jalar la humanidad, es muy gratificante, estimulante y esperanzador que haya jóvenes que estén pensando y trabajando así.
−¿Por qué gana espacio este pensamiento?
−Es que en los últimos 30 años, la brecha entre los más ricos y los más pobres ha crecido muchísimo en toda Latinoamérica, que es el continente más desigual del planeta. La economía no crece y la desigualdad es tremenda. Esos son logros neoliberales. ¿Es porque se lo propusieron ellos? No. “Ellos”, la clase dominante, priorizaron las ganancias, que las empresas tuvieran todas las oportunidades de invertir y ahí derivaban que iban a salpicarles a las clases dominadas, a escurrirles riqueza, como en Corea o Japón. Piensan que ese modelo se puede aplicar universalmente. El pensamiento alternativo gana fuerza con los fracasos de la ideología hegemónica.
−¿A qué se deben esos fracasos?
−No es porque sean estúpidos, sino porque su ciencia no es tal sino, básicamente ideología. Como ideólogos sí han sido exitosos y lograron implementar sus formas. No están solos, el sistema los apoya: tienen la radio, la televisión, los diarios, los libros, las editoriales, los principales sitios web: todo apunta a mantener su hegemonía. La clase dominante sabe dominar, está en nosotros aprender a dominarlos.
−¿Lograron conservar su hegemonía a pesar de sus propias crisis?
−Cada crisis es una exigencia para el pensamiento dominante: tienen que evitar que esos problemas vuelvan a repetirse. Ellos no quieren otra crisis severa como la que empezó en 2008 porque ya no tienen soluciones nuevas. Lo que nos están proponiendo hoy es lo que ellos desecharon como clase dominante en los ’70: el keynesianismo. En las épocas en que el sistema ya no funciona, la clase dominante empieza a no tener ideas, no tiene proyectos porque no los hay desde su óptica limitada. Actualmente enfrentan la crisis con medidas prácticas de tipo keynesiano sólo para los países que pueden hacerlo; los que no, los endeudados, tienen que pagar primero. Pero en donde pueden lo aplican. En el terreno práctico tratan de combatir la crisis y en el terreno ideológico pretenden diluir cualquier crítica. En realidad, ocultan el fondo del asunto: la economía neoclásica no es una ciencia. Es utilizar la ideología con algunos elementos científicos verdaderos y útiles, pero realmente es una mezcolanza de ciencia y “superchería”.
−¿No se abriría así un lugar para la entrada de corrientes de pensamiento alternativas?
−Cada crisis es una exigencia para el pensamiento dominante, pero para el heterodoxo también. De este otro lado hubo un estancamiento del pensamiento de la izquierda. El marxismo se volvió más ideología que ciencia. Y esto viene de la Unión Soviética, donde se han hecho maravillas con las matemáticas, pero no pasó lo mismo con la economía. Si bien la economía burguesa no es una ciencia, el marxismo tampoco lo es, es una ideología, y los errores del marxismo no se han desarrollado en sentido positivo.
−¿La izquierda tiene algo de culpa en esto?
−La heterodoxia no salió bien librada debido a sus propios defectos. Una parte importante es que muchos de la izquierda actuamos como lo hace la derecha. Somos autoritarios, tenemos devoción por el poder antes que por la verdad, somos humanos. Me ha sorprendido el odio que se manifiesta en ciertos grupos entre sí, incluso superior al que tienen contra el enemigo de clase. Tenemos que aprender a hacer las cosas de otra manera. Que se hayan hecho estas Jornadas de Economía Crítica con gente de tantas escuelas y grupos políticos es un ejemplo de que sí se puede coexistir pacíficamente. Las jornadas fueron marcadas por polémica pero cordial. Si estamos luchando del mismo lado, el respeto no puede faltar.
−¿Por qué aún no se ha podido volver atrás con el mayor peso del modelo neoclásico en los programas académicos?
−Incluso luego de las dictaduras se mantuvo en la enseñanza de Economía este modelo como ley, y también la figura del profesor como contenedor del saber y los estudiantes sólo como receptores. Una diferencia entre los ortodoxos y los críticos es que a los primeros les importa mantener las jerarquías mientras del otro lado se prioriza la horizontalidad e intercambio. En México en los `70 el marxismo se volvió ideología de los economistas: en cinco Universidades públicas importantes, todos eran marxistas. En los años siguientes los corrompieron, ahora de a poco se está revirtiendo. Lo científico y racional es el pensamiento heterodoxo. Una explicación es porque lo nuevo siempre es difícil de comprender. Hay una dificultad en cualquier pensamiento heterodoxo. A veces tarda cientos de años en fortificar. También hay retrocesos en el conocimiento de la humanidad. La economía neoclásica es retroceso en el conocimiento, es fraude.
En el marco de las Jornadas de Economía Crítica (JEC) que se desarrollaron en Rosario, el economista marxista mexicano Alejandro Valle Baeza, profesor hace más de tres décadas de la UNAM y fundador de la Sociedad de Economía Política de Latinoamérica, habló con Tiempo Argentino acerca de los problemas de la izquierda, la incapacidad de la ortodoxia de solucionar sus propias crisis, el nuevo avance del pensamiento crítico en América Latina y el mundo y la renovada pujanza intelectual de la juventud como base para el avance de la heterodoxia luego del fracaso neoliberal.
−¿Cómo se ha desarrollado el progreso del pensamiento crítico?
−En las últimas décadas del siglo XX ha habido un retroceso del pensamiento heterodoxo. En los ’60 y los ’70 había más pensadores críticos importantes, tanto keynesianos como marxistas, y no sólo en economía. Hoy sigue habiendo, aunque no tantos porque del otro lado hicieron lo posible por exterminar este pensamiento. Lo sorprendente es que, luego de vastos procesos en contra, a veces muy violentos, ha reaparecido en todo el mundo. En la Argentina, que sufrió una represión enorme, resurgió de una manera formidable. Empecé a venir al país en 1997 con la Escuela de Economía Política (ESEP) de Buenos Aires y desde entonces veo mucha gente de gran nivel trabajando y produciendo, con pensamiento crítico propio. Hay una cantidad de jóvenes impresionante.
−¿Cómo surge este espacio de formación heterodoxa?
−Las Jornadas de Economía Crítica nos sorprendieron. Muchos de los que exponen son estudiantes o profesores recién ingresados a la universidad. A su edad, no hablábamos ni escribíamos así. Hace ocho años discutí con alguien en México y sostuve que no valía la pena hacer un encuentro entre alumnos y profesores mezclados. Cambiaría mi opinión ahora si me garantizan que sería de este nivel. En una época oscura y vacilante, porque no sabemos para dónde va a jalar la humanidad, es muy gratificante, estimulante y esperanzador que haya jóvenes que estén pensando y trabajando así.
−¿Por qué gana espacio este pensamiento?
−Es que en los últimos 30 años, la brecha entre los más ricos y los más pobres ha crecido muchísimo en toda Latinoamérica, que es el continente más desigual del planeta. La economía no crece y la desigualdad es tremenda. Esos son logros neoliberales. ¿Es porque se lo propusieron ellos? No. “Ellos”, la clase dominante, priorizaron las ganancias, que las empresas tuvieran todas las oportunidades de invertir y ahí derivaban que iban a salpicarles a las clases dominadas, a escurrirles riqueza, como en Corea o Japón. Piensan que ese modelo se puede aplicar universalmente. El pensamiento alternativo gana fuerza con los fracasos de la ideología hegemónica.
−¿A qué se deben esos fracasos?
−No es porque sean estúpidos, sino porque su ciencia no es tal sino, básicamente ideología. Como ideólogos sí han sido exitosos y lograron implementar sus formas. No están solos, el sistema los apoya: tienen la radio, la televisión, los diarios, los libros, las editoriales, los principales sitios web: todo apunta a mantener su hegemonía. La clase dominante sabe dominar, está en nosotros aprender a dominarlos.
−¿Lograron conservar su hegemonía a pesar de sus propias crisis?
−Cada crisis es una exigencia para el pensamiento dominante: tienen que evitar que esos problemas vuelvan a repetirse. Ellos no quieren otra crisis severa como la que empezó en 2008 porque ya no tienen soluciones nuevas. Lo que nos están proponiendo hoy es lo que ellos desecharon como clase dominante en los ’70: el keynesianismo. En las épocas en que el sistema ya no funciona, la clase dominante empieza a no tener ideas, no tiene proyectos porque no los hay desde su óptica limitada. Actualmente enfrentan la crisis con medidas prácticas de tipo keynesiano sólo para los países que pueden hacerlo; los que no, los endeudados, tienen que pagar primero. Pero en donde pueden lo aplican. En el terreno práctico tratan de combatir la crisis y en el terreno ideológico pretenden diluir cualquier crítica. En realidad, ocultan el fondo del asunto: la economía neoclásica no es una ciencia. Es utilizar la ideología con algunos elementos científicos verdaderos y útiles, pero realmente es una mezcolanza de ciencia y “superchería”.
−¿No se abriría así un lugar para la entrada de corrientes de pensamiento alternativas?
−Cada crisis es una exigencia para el pensamiento dominante, pero para el heterodoxo también. De este otro lado hubo un estancamiento del pensamiento de la izquierda. El marxismo se volvió más ideología que ciencia. Y esto viene de la Unión Soviética, donde se han hecho maravillas con las matemáticas, pero no pasó lo mismo con la economía. Si bien la economía burguesa no es una ciencia, el marxismo tampoco lo es, es una ideología, y los errores del marxismo no se han desarrollado en sentido positivo.
−¿La izquierda tiene algo de culpa en esto?
−La heterodoxia no salió bien librada debido a sus propios defectos. Una parte importante es que muchos de la izquierda actuamos como lo hace la derecha. Somos autoritarios, tenemos devoción por el poder antes que por la verdad, somos humanos. Me ha sorprendido el odio que se manifiesta en ciertos grupos entre sí, incluso superior al que tienen contra el enemigo de clase. Tenemos que aprender a hacer las cosas de otra manera. Que se hayan hecho estas Jornadas de Economía Crítica con gente de tantas escuelas y grupos políticos es un ejemplo de que sí se puede coexistir pacíficamente. Las jornadas fueron marcadas por polémica pero cordial. Si estamos luchando del mismo lado, el respeto no puede faltar.
−¿Por qué aún no se ha podido volver atrás con el mayor peso del modelo neoclásico en los programas académicos?
−Incluso luego de las dictaduras se mantuvo en la enseñanza de Economía este modelo como ley, y también la figura del profesor como contenedor del saber y los estudiantes sólo como receptores. Una diferencia entre los ortodoxos y los críticos es que a los primeros les importa mantener las jerarquías mientras del otro lado se prioriza la horizontalidad e intercambio. En México en los `70 el marxismo se volvió ideología de los economistas: en cinco Universidades públicas importantes, todos eran marxistas. En los años siguientes los corrompieron, ahora de a poco se está revirtiendo. Lo científico y racional es el pensamiento heterodoxo. Una explicación es porque lo nuevo siempre es difícil de comprender. Hay una dificultad en cualquier pensamiento heterodoxo. A veces tarda cientos de años en fortificar. También hay retrocesos en el conocimiento de la humanidad. La economía neoclásica es retroceso en el conocimiento, es fraude.
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